viernes, 18 de noviembre de 2011

Historia de un apocalipsis


La mala situación había extendido entre la población una sensación sin nombre. Si alguien se le hubiera ocurrido preguntar lo más probable, es que la hubieran descrito como una patada en el  estómago, una constante y dolorosa patada en el estomago. 

El atentado, hizo estallar la revolución como el el fuego a la pólvora. Los primero afectados fueron los extranjeros, porque ningún aragonés decente entraba a cuchillo en San Juan de la peña, mataba a la mitad de la congregación y después saqueaba y volaba el panteón real. 

Por cada pueblo y por cada ciudad de Aragón, paso la triste procesión formada por los superviviente de aquel atentado, pidiendo justicia en un principio y venganza después.  

La triste estampa era mucho más de lo que la gente podía soportar. Aquello ya no era una patada en el estómago, era un escupitajo en la cara y de la noche a la mañana, bandas de ciudadanos armados, en defensa "de la cruz y la bandera aragonesa " quemaban cualquier rastro de presencia extranjera


La violencia creció cada día más y las calles quedaron marcadas a sangre y fuego. Cuando las autoridades intentaron hacer algo, los bandas armadas quemaron los cuarteles de la policía y la guardia civil.



Aquellos días, lo que no fuera aragonés, católico y carlista tenía una cita con el fuego. 

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